Milei y La Rural tiran manteca al techo

Milei y La Rural tiran manteca al techo


Hay olor a bosta en La Rural. En la mañana de un sábado impiadoso y frío como corazón libertario, el presidente Javier Milei visita el terreno que la Sociedad Rural ocupa desde 1991 en Palermo a secas. Las tribunas de la pista central del predio agroganadero albergan a los dueños de la tierra. Crema y nata de la oligarquía argentina derecha y humana. El campo cipayo y antipopular está de fiesta.

¿Dress code? Boinas, botitas de carpincho, sombreros de fieltro y ponchos de vicuña. “Campero chic” es el look mañanero de las y los chacareros que aguardan la llegada de los ejércitos de la noche mileísta, cerca del ominoso Pabellón José Alfredo Martínez de Hoz.

Matecito tibio, café de especialidad, tortas fritas áureas. El perfume de los choris bombón se mezcla con el florido vaho del Chanel N°5. Sobran los rostros rosados, las platinadas cabelleras, las panzas llenas. Los patrones y sus damas de compañía tiran manteca al techo en estos tiempos de vacas flacas. Las penas son de nosotros.

“Aquí a la espera de los anuncios, mi amigo, las buenas nuevas que trae el presidente. La patria va por buen camino con este gobierno. El campo tiene que seguir creciendo, somos los que le damos de comer a este bendito país”, dice Raúl, chacarero de la pampa húmeda. Con la vaca atada, el empresario agrícola no oculta su emoción por las políticas laissez-faire impulsadas por el presidente peinado por la mano invisible del mercado: “Cuanto menos Estado, mejor. Ese es el cáncer que tenemos que sacarnos de encima”. Consultado por el hambre galopante en el granero del mundo, el hombre de campo contesta con mala leche: “Es propaganda kirchnerista. Los números de la economía dan bien. Acá hay que darle la caña a la gente, no el pescado; se tienen que sacar los planes de una buena vez. Laburar”. El chacarero estrecha su inmaculada mano derecha al despedirse. Al tacto, se nota que jamás tocó una pala.

Milei y La Rural tiran manteca al techo

Mañanas campestres

Pastan las vacas sagradas mileístas en el palco de honor. También los jerarcas rurales y varios comunicadores lamebotas. La ministra de la Represión, Patricia Bullrich, es recibida con efusivas palmas por los hinchas de la mano dura. A unos pasitos pulula el mandamás de la cartera de Defensa, Luis Petri, ataviado de civil para el ágape. Dos confesos amantes del verde oliva milico. “¡Genia, no aflojes, Pato!”, escupe desde el tablado una blonda señora bien. De la vice nueva opositora Villarruel no hay noticias. Ausente sin aviso para otra nostálgica de los años de plomo.

Granaderos, gauchos muertos de frío, los pobres toros campeones y algunos peones que seguro no ganan en dólares. Ese es el detrás de escena antes de la entrada triunfal de Milei en la caja de una camioneta, junto a la todopoderosa gran hermana Karina y el mejor ministro (y fugador) de la historia, Luis Caputo. Entonces, estalla la fanfarria. El panic show llega a La Rural.

Al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, le consignan tarde al cerrar la asistencia. El más oscuro del clan Macri no es saludado por Milei en el besamanos protocolar.

El discurso del presidente de la patronal rural, Nicolás Pino, despierta a la tribuna oligarca. “Retención cero, retención cero, retención cero”, repiten en sus mentes como un mantra los dueños del campo. Milei les guiña un ojo.

Luego sube al estrado. Bien custodiado por “El Jefe” Karina, su consejera, pitonisa, asesora todoterreno, endulza los oídos de los patrones con loas al mercado, reducción de retenciones para carnes y granos y una apología del viejo modelo agroexportador. Argentina potencia circa finales del siglo XIX. Volver al pasado. Milei despotrica contra el partido del Estado, el comunismo, la justicia social, los parásitos mentales progresistas. Cosas de mandinga. Para el cierre, cita de la Torá y saluda a las fuerzas del cielo. Abrazo fraterno con los popes rurales y viva la libertad. ¡Carajo!

Desde las arenas de la pista, la vaquita Hereford mira sin esperanzas el palco. Busca el amo bueno que le dé libertad. Después, desfila frente a Milei, a los ruralistas, a todo este matadero.

Pasado el mediodía, desagotan las tribunas de la pista central. Reina el olor a bosta en La Rural.

Las penas son de nosotros: Milei y La Rural tiran manteca al techo



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