Un Boca alrededor de Paredes, el jugador que volvió por amor y es un sistema en sí mismo

Un Boca alrededor de Paredes, el jugador que volvió por amor y es un sistema en sí mismo


Leandro Paredes le clava los ojos azulados a la pelota. El niño de pelo largo con claritos rubios hace jueguitos en medio de una Bombonera vacía, ante la cámara de un fotógrafo en plena producción, disfrazado de futbolista profesional de Boca, con el N° 10 en el shorcito. Llegó al club a los siete años, en edad de categorías infantiles, en 2002. Es el pasado de Paredes en Boca.

El chico categoría 1994 tiene ahora 31 años y, en la sala de conferencias de prensa de la Bombonera, dice: “Mi vida, mi carrera, se mueven por las pasiones, por el amor. Mi vuelta es solo por el amor que le tengo a Boca”. El mediocampista campeón del mundo en Qatar 2022 y bicampeón de América con la selección, ya vestido de nuevo como jugador de Boca, entra al campo de juego y, ante más de 45 mil hinchas, lo repite: “Me muevo por sentimientos, por amor, y por eso estoy acá”. Es el presente de Paredes en Boca.

Leandro Daniel Paredes Benítez, nacido en San Justo, oeste del conurbano bonaerense, jugó apenas 31 partidos con la camiseta de Boca (14 como titular, sólo 4 completos), convirtió cinco goles (dos dobletes, uno ante San Lorenzo y otro ante Racing, ambos en la Bombonera) y ganó dos títulos –el torneo Apertura 2011 y la Copa Argentina 2012, sin ser un jugador protagónico– antes de que fuese transferido a la Roma de Italia en 2014 (en 2019, tras su pase del Zenit al PSG, la gestión de Daniel Angelici “perdió” 519 mil euros por el mecanismo de solidaridad). Había debutado a los 16 años.

“¿Estás listo, campeón?”, le preguntó Juan Román Riquelme, presidente de Boca, el jueves, antes de que empezara la conferencia. “La gente está loca, llenar un estadio para venir a recibirme”, dijo Paredes, en modo Román. Y, sobre el volver a jugar en la Bombonera, “el patio de la casa” de Riquelme, chicaneó: “Me la va a prestar estos tres años para jugar un rato”. “Un poco más”, lo corrigió Riquelme, ya que firmó por tres años y medio. Ante los hinchas, Paredes ratificó: “Volví para vivir la locura del mundo Boca y ojalá seamos felices juntos. Nos vemos pronto por acá”. El equipo que dirige Miguel Ángel Russo debutará hoy por el torneo Clausura, desde las 18:45 frente a Argentinos en La Paternal. Y el viernes, desde las 19:30 en la Bombonera, recibirá a Unión de Santa Fe.

Boca constituirá un equipo alrededor de la figura de Paredes, un futbolista que es un sistema en sí mismo, un jugador con peso específico, aunque conviene no olvidar que el fútbol es un juego colectivo y que un solo jugador no soluciona todos los problemas de un equipo (y los de Boca son propios). Pero la reestructuración girará en torno a un Paredes en plenitud. Vuelve a Boca para ser líder. Su sola presencia en la cancha cambia las tonalidades del juego de un equipo. Define a qué juega. Fue clave para que la selección torciera la final de la Copa América de Estados Unidos 2024. Su ingreso en el tiempo extra ante Colombia en el Hard Rock de Miami fortaleció y engalanó al equipo: de un robo quirúrgico suyo con pase posterior a Giovani Lo Celso partió la jugada del 1–0 de Lautaro Martínez. Paredes juega desde cualquier posición del medio. Desde dónde influirá más en Boca dependerá de sus jugadores complementarios hacia atrás y hacia adelante. Él es el eje.

Un Boca alrededor de Paredes, el jugador que volvió por amor y es un sistema en sí mismo

Lionel Scaloni, el entrenador que lo transformó en un futbolista de selección a Paredes –segundo en presencias en su ciclo con 53–, había dicho durante la última doble fecha de las Eliminatorias en relación a la llegada de Paredes a Boca: “Lo que vamos a valorar, si vuelve, es su rendimiento y punto. Ellos (por los jugadores de la selección) saben muy bien que no vamos a meternos en sus decisiones. No es importante dónde esté: lo importante es que juegue. Si vuelve, sería espectacular para el fútbol argentino”. En 11 años en Europa, jugó en Chievo Verona, Roma, Empoli y Juventus, en Italia, en Zenit, en Rusia, y en París Saint–Germain, en Francia.

Paredes volverá a “jugar” con Riquelme en Boca, pero esta vez sin el máximo ídolo del club adentro de la cancha, sino como presidente. Debutó el 6 de noviembre de 2010, con Riquelme en el plantel. Utilizó la N° 20 y, luego, la 32. Y, tras la salida de Riquelme a mitad de 2012, heredó la 10. Se la volvió a ceder cuando regresó en 2013. En el lapso sin Riquelme como compañero, Paredes confesó: “Me transmite confianza, me apoya y aconseja en todo momento. Estaba contento de que tuviera la 10, que es un orgullo para mí”. Ahora utilizará la camiseta N° 5 de Boca. Paredes volvió más de una vez a ver a Boca en la Bombonera: desde el corazón de La Doce, desde la platea, desde un palco. Y Riquelme, quien gestionó su retorno a tiempo, en buena edad, lo había invitado al Boca Predio. “¿Qué título quiero antes de retirarme? Otra Copa del Mundo y la Copa Libertadores con Boca. Tengo espacio en el cuerpo para ese tatuaje”, había dicho antes del regreso del jueves. Y había bromeado incluso con que traería a Boca a Paulo Dybala, compañero en la selección, ex en la Roma, también bostero y campeón mundial en Qatar 2022.

Los catadores de recibimientos de jugadores –surgidos de Boca o no– quizá se pierdan en sensaciones por no ser –o, en el peor de los casos, por ser otra cosa, apática y calculadora– que muchos de los que fueron a recibir a Paredes no fueron por Paredes, sino por Boca, para volver después de 59 años o, sin más, para ir por primera vez. ¡Oh, sorpresa! Había pasado con Edinson Cavani y con Carlos Tevez: ingresaron los hinchas no socios, que también son Boca, no sólo los “privilegiados” que pueden pagar y van semana de por medio a la Bombonera. Fueron los que disfrutaron de la cancha, de ser ellos la hinchada reconocida en el mundo y, de paso, ya que acá estamos, de la vuelta de Paredes. Lo del jueves ratifica la necesidad de que la gestión Riquelme concrete la ampliación de la Bombonera. “‘¿Qué festejan?’. No es una pregunta pertinente ni en ésta ni en ninguna fiesta; usted cuando ve 20 amigos que están juntos porque se adoran, les pregunta: ‘¿Qué festejan?’. Festejamos que estamos aquí”, elaboró Alejandro Dolina, no sobre Boca, pero como bostero.

Paredes administra un viñedo en Luján de Cuyo y Tunuyán, provincia de Mendoza, junto a su hermana Vanesa, responsable de que no haya ido a jugar a River –tenía todo arreglado– cuando el niño de seis años se encerró a llorar en su habitación. “Mi hermano –les dijo a los padres– no va a jugar en River”. A los seis meses, Paredes fichó con Boca. Vanesa estuvo el jueves en la Bombonera. En la nota de cata de “Mi Victoria Vinos” (Victoria se llama la hija de Paredes, la mayor de los tres hijos), se lee: “En boca es elegante, de entrada amplia, con agradables sensaciones táctiles, taninos cincelados, dulces y rugosos que impactan en un retrogusto complejo”. El poeta Lope de Vega escribió: “El vino, mientras más se envejece, más calor tiene: al contrario de nuestra naturaleza, que mientras más vive, más se va enfriando”. Si es como un buen vino, Paredes regresa a Boca mejorado con el paso de los años.



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